¿Es todo dislexia?
Hemos hecho mención en diferentes ocasiones al sobrediagnóstico de la dislexia y otras dificultades de aprendizaje (DA) cuando se hace referencia a las mismas con cifras muy superiores a las que se citan en trabajos científicos. Una parte de esas dislexias serían, realmente, pseudodislexias, concepto que englobaría aquellas otras dificultades de lectura y escritura de origen extrínseco, ya sea pedagógico, afectivo o sociocultural. Los que tenemos relación con este tema por ser padres y madres de niñ@s con dislexia u otra DA, nos quejamos habitualmente del sistema educativo y de la escasa formación del profesorado. ¿Dónde podemos establecer la frontera entre las DA y la falta de preparación del profesorado? En otras palabras, ¿qué parte de culpa tiene el profesorado o qué porcentaje de esas pretendidas DA, sin serlo, podrían atribuirse a la escasa o mala formación de algunos profesores?
En 1987 el Dr. Thomas Armstrong acuñó el término inglés dysteachia (de dys, dificultad, anomalía; y teachia, por eufonía con lexia, de la palabra inglesa teacher, maestro) para referirse a lo que llamó una enfermedad pedagógica como consecuencia de la aplicación de inadecuadas estrategias de enseñanza y que conducen a un trastorno de aprendizje. En castellano no tenemos un equivalente, por lo que podríamos castellanizar el término (distichia) o buscar una posible traducción, dismaestría o disprofia. La castellanización no sería lo más apropiado debido a que el término distichia, o distiachiasis ya existe y se trata de un trastorno poco frecuente debido al crecimiento anormal (ectópico) de las pestañas que se da en seres humanos, perros y, con menor frecuencia, en gatos. Además Distichia es un género de plantas de la familia Juncaceae.
Dismaestría sería un término poco preciso por el gran número de acepciones que tiene por sí mismo maestría. Quizás el más apropiado sería disprofia, pero recurriremos a Manuel, de Mi dislexia y yo, que ya acuñó el término adislexia por si se le ocurre alguno más apropiado.
La disprofia (dysteachia en inglés) sería una DA como consecuencia de una mala o inadecuada intervención en el aula, atribuible al profesor o maestro y cuyo resultado sería una aparente dislexia (pseudodislexia). De alguna manera, el diputado laborista Graham Stringer en su artículo Dyslexia is a myth (ver noticia) estaba (aunque exagerando) haciendo referencia a esta cuestión.
Pero hay más, Merchant en 2002 propuso también el término dysparentia (de dys y parental, relativo a los padres) en The spectra of learning disorders: an integrative approach en relación al escaso o nulo interés de los padres, en algunos casos, por el trabajo o apoyo en casa con niñ@s con algún grado de dificultad.
Si algunos cifran que la incidencia de la dislexia se encuentra en torno al 15% cuando, para un idioma transparente como el español, los trabajos más serios, la establecen en torno a un 5%, todo parece indicar que el 10% restante se repartirían entre la disprofia y la disparentia, presumiblemente a partes iguales: el 5% cada uno, aunque, una vez más, no hay estudios al respecto.
En 1987 el Dr. Thomas Armstrong acuñó el término inglés dysteachia (de dys, dificultad, anomalía; y teachia, por eufonía con lexia, de la palabra inglesa teacher, maestro) para referirse a lo que llamó una enfermedad pedagógica como consecuencia de la aplicación de inadecuadas estrategias de enseñanza y que conducen a un trastorno de aprendizje. En castellano no tenemos un equivalente, por lo que podríamos castellanizar el término (distichia) o buscar una posible traducción, dismaestría o disprofia. La castellanización no sería lo más apropiado debido a que el término distichia, o distiachiasis ya existe y se trata de un trastorno poco frecuente debido al crecimiento anormal (ectópico) de las pestañas que se da en seres humanos, perros y, con menor frecuencia, en gatos. Además Distichia es un género de plantas de la familia Juncaceae.
Dismaestría sería un término poco preciso por el gran número de acepciones que tiene por sí mismo maestría. Quizás el más apropiado sería disprofia, pero recurriremos a Manuel, de Mi dislexia y yo, que ya acuñó el término adislexia por si se le ocurre alguno más apropiado.
La disprofia (dysteachia en inglés) sería una DA como consecuencia de una mala o inadecuada intervención en el aula, atribuible al profesor o maestro y cuyo resultado sería una aparente dislexia (pseudodislexia). De alguna manera, el diputado laborista Graham Stringer en su artículo Dyslexia is a myth (ver noticia) estaba (aunque exagerando) haciendo referencia a esta cuestión.
Pero hay más, Merchant en 2002 propuso también el término dysparentia (de dys y parental, relativo a los padres) en The spectra of learning disorders: an integrative approach en relación al escaso o nulo interés de los padres, en algunos casos, por el trabajo o apoyo en casa con niñ@s con algún grado de dificultad.
Si algunos cifran que la incidencia de la dislexia se encuentra en torno al 15% cuando, para un idioma transparente como el español, los trabajos más serios, la establecen en torno a un 5%, todo parece indicar que el 10% restante se repartirían entre la disprofia y la disparentia, presumiblemente a partes iguales: el 5% cada uno, aunque, una vez más, no hay estudios al respecto.
Etiquetas: adislexia, castellano, Dificultad de Aprendizaje, Dislexia, disparentia, disprofia, dysteachia
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