Dislexia sin Complejos

jueves, julio 23, 2009

La proporción de las cosas

Nos hemos tomado unas merecidas vacaciones, motivo por el cual no ha habido actividad en este blog durante algunos jueves. Hemos desconectado de la dislexia y del agotamiento al que hacíamos referencia en la entrada anterior. De las noticias que se han producido en relación con la dislexia habéis tenido puntual información en los blogs de Dislecan y Dislebi.
Donde hemos estado también hay dislexia, si bien esta parece ser un problema menor; otras prioridades la relegan a un plano muy inferior. Eso nos ha llevado a reflexionar sobre la proporción de las cosas. Si bien la dislexia existe en todo el mundo y está presente en todas las razas y etnias y se pone de manifiesto en todas las lenguas no ágrafas, aunque en porcentajes diferentes según se trate de una lengua transparente u opaca, la repercusión de esta desventaja varía de unas culturas a otras y de unas sociedades a otras. Mientras en el superdesarrollado mundo occidental rizamos el rizo legislando pero no aplicando, regulamos pero no se dota de medios, se investiga pero no se termina de encontrar, en el tercer mundo la dislexia es un problema muy secundario por las apremiantes necesidades de higiene, salud y alimentos. Mirando a estos mundos olvidados a la vez que al nuestro, nos damos cuenta que no es sólo una cuestión de medios. Nosotros los tenemos ¿y para qué nos sirve? Tenemos los medios pero no solventamos el problema. Ellos no tienen los medios pero no parece ser un problema.
El problema de la dislexia no es la dislexia en sí. De acuerdo con que la enseñanza deba ser obligatoria, pero ¿debe ser obligatorio por medio de un sistema universal que presuponemos válido para todas las personas? ¿No adecuamos la enseñanza, por ejemplo en una persona ciega, a sus capacidades? ¿Por qué hay que basar el aprendizaje, ineludiblemente, en la lecto-escritura? No conseguimos solucionar, en la mayoría de los casos, el conflicto que les supone a nuestros niños/as esta u otra dificultad de aprendizaje. No nos basta con que tengan dislexia, debemos, además machacarles, decirles que son unos tontos o unos vagos. La filosofía de nuestra superavanzada sociedad postindustrial la hemos llevado al campo de la educación: o lees correctamente (tú eres el problema) o no vales. ¡Cuánto tenemos aún que aprender de la sencillez de la vida misma!



La imagen que podéis ver es una escuela fuera de un boma (poblado) masai. Los niños no usan cuadernos ni lapiceros. No aprenden a leer o a escribir en su lengua materna maa, ni en swahili, pero conocen sus idiomas. Sencillamente, aprenden sobre la vida en general.

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