Dislexia sin Complejos

jueves, febrero 23, 2012

Malos tiempos para la lírica

Lo publicábamos en este mismo blog hace unos meses:


Mientras en época de bonanza, muchos políticos se han dedicado a derrochar los recursos generados, ahora, cuando vienen mal dadas, se nos pide además que nos apretemos el cinturón. Vienen los tiempos de la tijera, hay que recortar gastos para sufragar tantos excesos. Lo malo de recortar es que, según en qué, siempre afectará a los más desfavorecidos. Si se recorta en Sanidad, ¿quiénes son los desfavorecidos? aquellos que tienen una mayor dependencia del sistema sanitario: los enfermos. En materia de Educación no creemos que haga falta mencionar como más desfavorecidos a los que tienen alguna Dificultad de Aprendizaje (Vientos del Pueblo, 20 0ctubre 2011).

Lo que está ocurriendo en Valencia, además de un triste presagio de contagio que anunciábamos podría ocurrir, es algo realmente penoso y lamentable. Pero no quiero entrar en ello porque podría parecer oportunista. Lo que está haciendo la juventud de Valencia es lo más parecido a, como dice la canción Resistiré (Dúo Dinámico) soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.


Economistas habrá (doctores tiene la Iglesia) que sean capaces de traducir a euros (relación coste/beneficio) lo que cuestan  las enseñanzas de un docente o la actividad de un médico, pero como parece bastante obvio que ni la Educación ni la Sanidad aporten un beneficio inmediato, es lo que las hace más susceptibles de recortes en materia de financiación. Y es lo que está pasando; que los chavales atiendan en las clases tiritando de frío, o que a un anciano, casi invidente, le estemos cambiando cada mes el nombre y el embalaje del medicamento que tiene que tomar de manera habitual ¿qué más da?
Todo sea por la política de ajustes a la que la UE nos obliga por el empecinamiento de unos líderes que nos están condenando porque en el pasado esto ha sido la gallina de los huevos de oro (para unos pocos). El caso más extremo es lo que está ocurriendo en Grecia. Se le está pidiendo a la población un apretarse el cinturón realmente excesivo y desproporcionado en relación a los desmanes de unos pocos. Y eso conlleva un peligro de contagio para todos nosotros. ¿No es eso la globalización? Ahí está, ya la tenemos.


Lo malo de la tijera es el efecto adictivo que tiene. No sé vosotros pero recuerdo, cuando era pequeño, que cuando mi madre me dejaba las tijeras y un periódico para que hiciera recortes, llegaba un momento en el cual el periódico no era suficiente, y ante esa sensación tan inigualable de recortar que nos proporcionaba la tijera, continuábamos con lo que pillábamos. Creo que eso es lo malo de recortar, una vez que se ha metido la tijera ¿dónde está el límite de hasta dónde es razonable recortar? Es necesaria una moderación en el gasto del Estado, pero ¿por qué siempre han de pagar los mismos? Lo dicho, son malos tiempos para la lírica.



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