Ocho años

Este blog cumple hoy ocho años. Ocho años intensos e interesantes; a veces, bastantes veces, decepcionantes en cuanto a los resultados obtenidos respecto al objetivo de llamar la atención de las autoridades administrativas hacia la dislexia. Empezamos dando palos de ciego, que se suele decir, porque había muy poca información al respecto. Hoy en día hay mucha más, aunque a menudo sea, cuando menos, un tanto equívoca, pero la hay. Hemos dicho muchas veces que no os creáis todo lo que encontráis en internet por la sencilla razón de que en internet hay de todo: magníficos recursos y muy buena información; pero también mucha paja, por llamarla de alguna forma. Nunca nos hemos erigido en abanderados de una VERDAD ABSOLUTA por la sencilla razón de que no existe. Todo son verdades a medias, en función de lo que mejor pueda resultar a nuestros intereses. El problema es que, no sin cierta frecuencia, nuestros intereses puedan verse afectados por intereses de otro tipo o de otras personas. Ese es el principal problema en relación a la dislexia. Por ejemplo, el TDAH es susceptible de un tratamiento farmacológico, hipertrofiado a menudo, pero es lo que unos padres o madres desesperados demandan en un momento dado. La dislexia no tiene “tratamiento” farmacológico, y eso agobia porque implica afrontar un largo maratón sin saber si seremos capaces de darlo todo por llegar a la meta; una meta que sólo existe en el objetivo que cada persona se marque, independientemente de unos padres abnegados o no. Como padres, podemos intentar facilitar las cosas, pero todo va a depender del propio esfuerzo, más bien sobreesfuerzo, que cada persona con dislexia ponga en el empeño. Quizás esa sea la única VERDAD ABSOLUTA respecto a la dislexia.