Dislexia sin Complejos

jueves, marzo 03, 2011

El Don apacible

Vaya por delante que no vamos a tratar en este post del libro de Ron Davis El Don de la Dislexia ni del Centro de apoyo al aprendizaje La Llave del Don. Como hemos manifestado en numerosas ocasiones, no creemos que la dislexia sea un don; más bien se trata de una auténtica putada. El título de esta entrada es una referencia al libro del escritor ruso Mijaíl Shólojov, Premio Nobel de Literatura en 1965, El Don apacible (Тихий Дон), que además fue Premio Stalin en 1941. Durante este verano hemos disfrutado releyendo esta magnífica obra literaria máximo exponente del llamado realismo soviético (hoy llamado realismo socialista).



Cuando lo leímos hace muchos años, nos resultó llamativo que el libro se hubiese podido publicar en la entonces Unión Soviética debido a la crudeza con que el autor nos cuenta las brutalidades de blancos y rojos durante la guerra civil tras la Revolución Rusa. Nos hemos podido enterar posteriormente, de cómo Sholojov se quejó amargamente al propio Máximo Gorki de los tijeretazos que la censura pretendía dar a esta obra, pero sobre eso, volveremos luego.
El argumento del libro fue llevado a la gran pantalla por Sergei Gerasimov en 1957; una película dividida en tres partes con un total de algo más de 5 horas. Pero la película adolece de muchas de las cosas que nos ofrece El Don apacible. El libro es un híbrido de lirismo y poesía con la más cruda bajeza de las pasiones humanas frente a sus semejantes, es decir, como la vida misma. Y a muchas de estas cosas no es nada fiel la película.



Pero, ¿qué relación guarda El Don apacible con la dislexia? Aparentemente ninguna; sin embargo, como en casi todas las grandes obras literarias, hay veladas referencias a la lectura o a la escritura, a las dificultades para el aprendizaje o al analfabetismo. Si Sancho (Panza) podía pasar por disléxico en una aproximación informal y poco rigurosa del tema, Grigori Mélejov, el principal protagonista de El Don apacible, no le va a la zaga.



Reproducimos aquí un pasaje de la novela en el cual Mélejov mantiene la siguiente conversación con Kopilov que le está reprochando sus groseros modales:

-(el que habla es Kopílov)Todo esto, claro, son menudencias, pero que te caracterizan como a una persona… cómo decirte…
-¡Dilo abiertamente!
-Bueno, como a una persona muy ignorante. ¿Y cómo hablas? ¡Es un horror! Dices domecilio en vez de domicilio, evascuar en vez de evacuar, antillería en vez de artillería. Y como todos los iletrados, muestras una pasión inexplicable hacia las palabras extranjeras que consideras sonoras, las empleas venga o no venga a cuento, las deformas de una manera increíble (…)
(…) y sigue Kopilov:
-(…)En cuestiones de buena educación y de instrucción eres sencillamente un zoquete.
(…)
-¿Quieres decir que soy un zoquete? ¡Idos al diablo! –dijo Grigori cuando hubo acabado de reír-. No deseo aprender vuestras finuras y modales. Cuando esté con los bueyes no los necesitaré. Y Dios mediante, si salgo de esta con vida, es con los bueyes con los que he de tratar. No voy a hacerles reverencias y a decirles: “Tenga la bondad de apartarse, pelado. Perdóneme usted, pintado. ¿Me permite que le arregle el yugo? Caballero, señor buey, se lo pido humildemente, tenga la bondad de no salirse del surco”. La conversación con ellos es más corta: arre, so, y se acabó la disclocación para los bueyes.
-Se dice dislocación, y no disclocación –le enmendó la plana Kopílov.
-Es lo mismo, dislocación. Pero hay algo en lo que no estoy de acuerdo contigo.
-¿En qué?
-En eso de que soy un zoquete.




Shólojov nos muestra en este pasaje a un protagonista poco ilustrado como es Mélejov. Un cosaco del Don que vive por y para el campo que, por circunstancias completamente ajenas a él (la I Guerra Mundial y la posterior Revolución Rusa), se ve abocado a un mundo cruel y despiadado como es el de una guerra fraticida.



Shólojov no apuesta por ningún régimen en concreto. En una carta dirigida a Máximo Gorki el autor se quejaba refiriéndose a la segunda parte de su obra: Algunos ortodoxos de la RAPP (Unión de los Escritores Proletarios de la URSS) que han leído mi obra me acusan por haber defendido, como dicen, la rebelión de los cosacos antibolcheviques. ¿Es que esto es así? He pintado la realidad brutal (la persecución de los cosacos del Don) sin recargar los colores... No obstante, los "proletarios" me exigen, como condición inevitable para la publicación de la obra, la eliminación de una gran serie de páginas, precisamente las que más quiero: digresiones líricas y algo más. Lo significativo es que los diez crítico-censores me exigen suprimir diez distintas partes del libro. En el caso de obedecerles tendría que suprimir las tres cuartas partes de mi obra. (I. Lezhnev, Mijail Sholojov, citado en BRAJNOVIC, Luka, Literatura de la revolución bolchevique, EUNSA, Pamplona, 1975; en Antonio Solano Cazorla: El Don apacible. Análisis del friso mítico cosaco)



Al margen de la dislexia, si tenéis oportunidad de ello, os recomendamos encarecidamente la lectura de esta magnífica obra, precisamente porque la vida es mucho más que la puta dislexia.

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