Dislexia sin Complejos

jueves, marzo 01, 2012

Una de dedos

Aunque el tema no sea nuevo, vamos a detenernos hoy en ello.
Una característica del dimorfismo sexual es la relación entre el 2º y el 4º dedo de la mano derecha, lo que se conoce como la relación 2D:4D y que parece ser un indicador de la exposición fetal a los andrógenos. Miraros la mano derecha y comprobar la relación entre ambos dedos. Lo habitual es que las mujeres tengan el segundo dedo de una longitud muy similar o algo menor, que el cuarto dedo; mientras que, en los varones, el dedo índice (el 2º) será sensiblemente menor al anular y, por tanto, la relación 2D:4D es menor en hombres que en mujeres (ver foto de la mano derecha de un varón).



Conocida esa diferencia desde finales del siglo XIX y medido por primera vez por Ruggles George en 1930, fueron John T. Manning y colaboradores en 1998, quienes encontraron que la diferencia sexual en la relación de los dos dígitos se encontraba presente ya a los dos años de edad, por lo que desarrollaron la idea de que el índice era un marcador de la exposición a las hormonas sexuales prenatales. Por esto, hay que considerar que no hay una correlación con los niveles hormonales en la etapa adulta y es sólo un indicador de la exposición a altos niveles de testosterona intraútero. A menor índice 2D:4D, mayor exposición. El desarrollo de los dedos se produce hacia la semana 14 de gestación y la relación entre los diferentes huesos se mantendrá durante el lógico crecimiento posterior. Para esas fechas, la producción de testosterona en el feto varón habrá empezado a marcar ya los diferentes caracteres sexuales.

Tanto niños como niñas con hiperplasia adrenal congénita, y por tanto elevados niveles de andrógenos, muestran una significativa masculinización de la longitud del 2D:4D con respecto a los controles, aunque esto no necesariamente ocurre en la mano izquierda.
Se ha estudiado mucho la relación 2D:4D con gran cantidad de situaciones en las que la exposición a los niveles de testosterona en la etapa fetal podría tener una influencia importante en la posterior etapa adulta: conductas agresivas, tendencias homosexuales, riesgo de depresión, trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios y así hasta un largo etcétera que incluye mejores resultados en determinados deportes como el esquí, el fútbol o el sumo japonés. Existe abundante bibliografía científica al respecto y, en determinados casos, existen incluso metaanálisis que indican que efectivamente existe una cierta relación aunque en la mayoría de esos estudios, dicha relación no es robusta, probablemente por el empleo de muestras pequeñas que no aportan el suficiente número de casos para ello.

Sí parece haber una fuerte relación en el caso del TDAH subtipo inatento y en el autismo. Se ha sugerido también para la dislexia aunque los escasos trabajos que se han realizado no han aportado significación estadística. También es cierto que se trata de estudios con poblaciones muy pequeñas, al menos uno de ellos.
La relación con el TDAH y con el autismo resulta interesante. En el primer caso porque hay una relación entre impulsividad y masculinización, y en el caso del autismo y el Síndrome de Asperger porque parece haber una relación entre una familia de genes, los homeobox D (HOXD), implicados en la morfogénesis del esqueleto y en los denominados trastornos del espectro autista.

Bueno, al menos me figuro que esta entrada habrá servido para que cojáis una regla y os hayáis dedicado a observar vuestra mano derecha y mediros la longitud de los dedos índice y anular y, por medio de una calculadora, calcular vuestro índice 2D:4D.







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