Todo lo que usted quería saber sobre dislexia pero temía preguntar
Cada día sabemos más y entendemos menos (Einstein)
Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación (Mark Twain)
Teníamos pendiente esta entrada desde que la anunciamos hace algo más de dos años. Son muchas las preguntas que surgen en torno a la dislexia, las cuales hemos ido tratando a lo largo de la vida de este blog y en el libro El reto de la dislexia publicado en el 2012.
Nunca he permitido que la escuela entorpeciese mi educación (Mark Twain)
Teníamos pendiente esta entrada desde que la anunciamos hace algo más de dos años. Son muchas las preguntas que surgen en torno a la dislexia, las cuales hemos ido tratando a lo largo de la vida de este blog y en el libro El reto de la dislexia publicado en el 2012.
Pero no está de más que, de vez en cuando, refresquemos la memoria y los conocimientos que tenemos acerca de la dislexia. Y eso es lo que, poco a poco, iremos desarrollando en los próximos días.
Como en este blog las películas de cine son protagonistas importantes, queremos retomar el cartel de una película de Woody Allen para la ocasión
1.- La dislexia, ¿es una enfermedad? ¿es un trastorno?
Estamos acostumbrados a encontrar recursos en Internet que hacen referencia a la dislexia como un trastorno neurobiológico e incluso como una enfermedad. Nada de eso, cada vez somos más los que estamos de acuerdo con el concepto de "desventaja".
En el XI Curso Internacional de Actualización en Neuropediatría y Neuropsicología Infantil celebrado en Valencia (2009), el Dr. Josep Artigas, del Centre Mèdic Psyncron, intervino con su ponencia Dislexia: enfermedad, trastorno o algo distinto, que posteriormente apareció publicada en la Revista de Neurología [REV NEUROL 2009;48 (Supl. 2):S63-S69], en el suplemento especial dedicado a dicho curso. En este trabajo, Artigas explica el por qué del término trastorno: el principal motivo por el que se ha elegido la denominación de "trastorno" se debe a que los autores no han encontrado otra mejor. Y añade: parece que el término que encaja mejor con la conceptualización de la dislexia es una desventaja, una desventaja ante una imposición cultural.
2.- Por qué los disléxicos no pueden leer?
En palabras de Maryanne Wolf: Nosotros no nacimos para leer. Es un verdadero milagro que el cerebro humano sea capaz de leer, ya que no está diseñado para ello (Proust and the Squid: The Story and Science of the Reading Brain HarperCollins Publishers, September 2007; traducido al español Cómo aprendemos a leer). En este libro, la autora hace un repaso de la historia y la neurobiología de la lectura: "La lectura es aun una experiencia demasiado reciente en la historia humana como para que alguno de nuestros genes la codifique en específico. Sólo podemos hacerlo porque nuestro cerebro posee la suficiente plasticidad como para reconducir el circuito que evolucionó originalmente para otras tareas como, digamos, distinguir de un vistazo una serpiente de una vaina de alubias"
3.- ¿Es todo dislexia?
Evidentemente no. Frente a la dislexia y demás dificultades de aprendizaje, se encontrarían lo que podría denominarse pseudodislexias, es decir, manifestaciones similares a las de un sujeto con dislexia pero debidas a causas que nada tienen que ver con la dislexia. Este es el origen de muchas corrientes críticas que cuestionan la dislexia. En la entrada anterior anunciábamos el libro que se ha publicado este mismo mes, The Dyslexia Debate, en el cual Julian Elliot y Elena Grigorenko cuestionan la validez del término dislexia por la gran cantidad de definiciones existentes que hay.
Una de las entradas más bonitas de este blog es El pelotón de los lentos en la cual abordábamos lo que suele ocurrir en ese grupo tan heterogéneo que integran todos aquellos alumnos en el aula que presentan una pobre fluidez lectora.
4.- ¿Cuál es la prevalencia de la dislexia?
Estamos acostumbrados a manejar cifras tan dispares de la prevalencia de la dislexia tales como entre un 4 y un 17% (incluso un 20% según la IDA (Asociación Internacional de Dislexia). ¿Cómo puede haber tanta diferencia de unos estudios a otros? Parece bastante evidente que depende de la definición de dislexia que usemos y hay que tener en cuenta que hay muchas, una treintena. Según que las definciones acoten más o menos la condición de dificultad para la lectura, obtendríamos una mayor o menor prevalencia. Uno de los trabajos más serios sobre prevalencia de la dislexia mejor realizados fue el de Tim Miles y colaboradores hace ya algunos años y al que dedicamos en su momento una entrada en este blog. En aquél trabajo sobre un seguimiento de 12.905 niños en Inglaterra, Gales y Escocia, obtuvieron una prevalencia del 9% entre casos graves, diferentes variantes y casos marginales, y todo ello en una lengua, como es el inglés, nada transparente.
Parece bastante indudable que depende del ámbito en el que nos manejemos y que solemos representar con la siguiente imagen
5.- ¿Se hereda la dislexia?
Descartadas las dislexias adquiridas, esto es, aquellas que se producen en el contexto de un daño cerebral en la etapa adulta y en las cuales la dislexia sería el problema menor, la dislexia es siempre congénita, lo que indica que se adquiere durante la vida intrauterina o perinatal, bien por una causa genética u otras causas físicas, químicas o quizás también biológicas (infecciones , por ejemplo). La diferencia fundamental estaría en que si la causa es genética, esta sería transmisible a los hijos, mientras que si es “adquirida” durante la etapa intrauterina por la acción de factores físicos o químicos, el sujeto manifestaría las características de la dislexia pero no las transmitiría, a priori, a la siguiente generación.
Existe abundante información y muy serios estudios genéticos que hacen que resulte incuestionable, a día de hoy, el origen genético de la dislexia. El tema lo hemos tratado en diferentes ocasiones, pero os recominedo Adán y Eva ¿fueron disléxicos?
Evidentemente no. Frente a la dislexia y demás dificultades de aprendizaje, se encontrarían lo que podría denominarse pseudodislexias, es decir, manifestaciones similares a las de un sujeto con dislexia pero debidas a causas que nada tienen que ver con la dislexia. Este es el origen de muchas corrientes críticas que cuestionan la dislexia. En la entrada anterior anunciábamos el libro que se ha publicado este mismo mes, The Dyslexia Debate, en el cual Julian Elliot y Elena Grigorenko cuestionan la validez del término dislexia por la gran cantidad de definiciones existentes que hay.
Una de las entradas más bonitas de este blog es El pelotón de los lentos en la cual abordábamos lo que suele ocurrir en ese grupo tan heterogéneo que integran todos aquellos alumnos en el aula que presentan una pobre fluidez lectora.
4.- ¿Cuál es la prevalencia de la dislexia?
Estamos acostumbrados a manejar cifras tan dispares de la prevalencia de la dislexia tales como entre un 4 y un 17% (incluso un 20% según la IDA (Asociación Internacional de Dislexia). ¿Cómo puede haber tanta diferencia de unos estudios a otros? Parece bastante evidente que depende de la definición de dislexia que usemos y hay que tener en cuenta que hay muchas, una treintena. Según que las definciones acoten más o menos la condición de dificultad para la lectura, obtendríamos una mayor o menor prevalencia. Uno de los trabajos más serios sobre prevalencia de la dislexia mejor realizados fue el de Tim Miles y colaboradores hace ya algunos años y al que dedicamos en su momento una entrada en este blog. En aquél trabajo sobre un seguimiento de 12.905 niños en Inglaterra, Gales y Escocia, obtuvieron una prevalencia del 9% entre casos graves, diferentes variantes y casos marginales, y todo ello en una lengua, como es el inglés, nada transparente.
Parece bastante indudable que depende del ámbito en el que nos manejemos y que solemos representar con la siguiente imagen
5.- ¿Se hereda la dislexia?
Descartadas las dislexias adquiridas, esto es, aquellas que se producen en el contexto de un daño cerebral en la etapa adulta y en las cuales la dislexia sería el problema menor, la dislexia es siempre congénita, lo que indica que se adquiere durante la vida intrauterina o perinatal, bien por una causa genética u otras causas físicas, químicas o quizás también biológicas (infecciones , por ejemplo). La diferencia fundamental estaría en que si la causa es genética, esta sería transmisible a los hijos, mientras que si es “adquirida” durante la etapa intrauterina por la acción de factores físicos o químicos, el sujeto manifestaría las características de la dislexia pero no las transmitiría, a priori, a la siguiente generación.
Existe abundante información y muy serios estudios genéticos que hacen que resulte incuestionable, a día de hoy, el origen genético de la dislexia. El tema lo hemos tratado en diferentes ocasiones, pero os recominedo Adán y Eva ¿fueron disléxicos?
Los lugares (loci) cromosómicos donde están implicados los diferentes genes implicados en la dislexia están perfectamente identificados. Además, cada vez se tiene mayor evidencia científica del papel que juegan en los procesos de migración neuronal en donde deberíamos ubicar a la dislexia así como otros ¿trastornos?
Nos quedan muchas cuestiones aún pero no queremos ni pretendemos abrumaros. Dejaremos las cuestiones pendientes para una segunda parte: Todo lo que usted quería saber sobre dislexia pero que no debe preguntar.
Como hoy es jueves y ya sabéis que los jueves dislexia, no podemos terminar esta entrada sin hacer un pequeño homenaje a Woody Allen, protagonista y director de la que fuera su primera película Toma el dinero y corre en esta extraordinaria secuencia de un genuino atraco a un banco.
Un pequeño homenaje a esta secuencia fue recogido en la película Hasta que el cura nos separe (License to Wed, Ken Kwapis, 2007) y a la que hicimos referencia a propósito del lío que se monta con unos anillos de boda en Quéjate siempre.
Etiquetas: Artigas, Blogs de dislexia, desventaja, Elena Grigorenko, genética, Julian Elliot, libro sobre dislexia, Maryanne Wolf, plasticidad, prevalencia, Tim Miles
1 Comments:
Impresionante...
By Manuel, at 9/4/14 15:54
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