19, impar y rojo
Hay dos clases de juego: uno para uso de caballeros; otro plebeyo, rastrero, propio para la plebe (Fiódor Dostoyevski, El Jugador).
Hemos sostenido en muchas ocasiones que la dislexia tiene mucho que ver con el azar. La atención a nuestros hijos en sus Dificultades de Aprendizaje depende, en muchos casos, de esa rueda de la fortuna que hace que les pueda tocar en suertes un profesor sensible y preparado para con su desventaja o, por el contrario, un maestro para el que la dislexia o cualquier otra dificultad no se trate más que de una excusa por parte de los padres. El azar, como parte del juego, concebido este como entretenimiento, está bien; pero el juego, como necesidad, resulta una temeridad. Como dice el refrán: jugar por necesidad, perder por obligación.
El Sistema Educativo de la Comunidad de Madrid se ha empeñado en hacer de la atención a la Dificultades de Aprendizaje un peligroso juego de azar. Mucho nos tememos que este curso nuestros náufragos del aprendizaje lo van a ser más aún. Salvo contadas excepciones, el juego de la ruleta está basado en el hecho de que, por probabilidades, la banca siempre acabe ganando, que es lo que parece que, al final, acabará ocurriendo con la Consejería de Educación con su postura firme e intransigente, Caiga Quien Caiga.
Nuevos paros por parte del profesorado han sido anunciados para la semana próxima en Madrid para denunciar los recortes en Educación. Pese a las apuestas lógicas, pero arriesgadas, la Banca (Consejería) solo tiene que esperar ya que el juego le favorece.
Puestos a apostar, nosotros lo haríamos al 19, impar y rojo. ¿Por qué? Un simple capricho. De todos los números de la ruleta, excepto el 0, la división en rojos o negros depende de la suma de sus dígitos. Los números rojos están compuestos por aquellos números cuya suma de sus dígitos da como resultado un número impar, con la excepción del número 19, un número díscolo que hemos elegido para nuestro título.
Hemos sostenido en muchas ocasiones que la dislexia tiene mucho que ver con el azar. La atención a nuestros hijos en sus Dificultades de Aprendizaje depende, en muchos casos, de esa rueda de la fortuna que hace que les pueda tocar en suertes un profesor sensible y preparado para con su desventaja o, por el contrario, un maestro para el que la dislexia o cualquier otra dificultad no se trate más que de una excusa por parte de los padres. El azar, como parte del juego, concebido este como entretenimiento, está bien; pero el juego, como necesidad, resulta una temeridad. Como dice el refrán: jugar por necesidad, perder por obligación.
El Sistema Educativo de la Comunidad de Madrid se ha empeñado en hacer de la atención a la Dificultades de Aprendizaje un peligroso juego de azar. Mucho nos tememos que este curso nuestros náufragos del aprendizaje lo van a ser más aún. Salvo contadas excepciones, el juego de la ruleta está basado en el hecho de que, por probabilidades, la banca siempre acabe ganando, que es lo que parece que, al final, acabará ocurriendo con la Consejería de Educación con su postura firme e intransigente, Caiga Quien Caiga.
Nuevos paros por parte del profesorado han sido anunciados para la semana próxima en Madrid para denunciar los recortes en Educación. Pese a las apuestas lógicas, pero arriesgadas, la Banca (Consejería) solo tiene que esperar ya que el juego le favorece.
Puestos a apostar, nosotros lo haríamos al 19, impar y rojo. ¿Por qué? Un simple capricho. De todos los números de la ruleta, excepto el 0, la división en rojos o negros depende de la suma de sus dígitos. Los números rojos están compuestos por aquellos números cuya suma de sus dígitos da como resultado un número impar, con la excepción del número 19, un número díscolo que hemos elegido para nuestro título.
Etiquetas: azar, Comunidad de Madrid, Dificultad de Aprendizaje, Dostoievski, huelga, juego, política