Eisenstein, Pedro y el Guernika
Hemos mencionado en este blog a Kurosawa y a Tarkovski, pero no habíamos hecho referencia aún a Sergei M. Eisenstein. Eisenstein (1898-1948) es uno de los realizadores rusos más importantes que ha habido y, probablemente, el director soviético que más influencia ha tenido en el cine. Sus teorías sobre el montaje cinematográfico supusieron un hito en su época. Su madurez cinematográfica vino mucho tiempo después con Iván el Terrible (1943-1945), pero cayó en desgracia ante Stalin con la segunda parte de Iván el Terrible, La conjura de los boyardos, y todo el material rodado fue confiscado y, en gran parte, destruido.
Es su segunda película, El Acorazado Potemkin (1925), la que le dio fama mundial, tratándose, probablemente, de la película de cine sobre la que más se ha escrito. En dicha película, Eisenstein llevó a la práctica todo su saber hacer sobre su montaje de atracciones, y, en concreto, una escena de dicha película, está considerada una de las más importantes de la historia del cine, la de la escalinata de Odesa que, junto a la escena de la ducha de Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock, otro gran maestro del montaje, son, probablemente las dos escenas más homenajeadas por otros directores. La escena de la escalinata de Odesa, que no figuraba en el guión original, fue una genial improvisación durante el rodaje.
Con 170 planos en los que el pueblo ruso es brutalmente agredido por las fuerzas zaristas, Eisenstein recrea un tiempo artificial que hace que la secuencia dure casi 6 minutos para unos hechos que en realidad hubieran durado escasamente menos de dos minutos. Según Enrique Martínez-Salanova Sánchez la secuencia de la escalinata de Odesa es una secuencia falsa llena de planos verdaderos, o como escribió el crítico de cine Roger Ebert «no existió la masacre zarista en las escaleras de Odesa... es irónico que [Eisenstein] lo haya hecho tan bien que en la actualidad muchos creen que en realidad ocurrió».
Dos historias dentro de la secuencia de la escalinata conforman esta obra maestra. En las imágenes superiores una madre con su hijo huyen escalinata abajo; el hijo cae abatido por los disparos de la guardia zarista y es pisoteado en la huida. La madre, cogiéndole en brazos, se enfrenta a la guardia.
La escalinata Primorsky que originariamente tenía 200 escalones fue construida con piedra arenisca entre 1837 y 1841 bajo diseño del arquitecto italiano Francesco Boffo. En 1933 se remodeló la escalera debido a la erosión y el desgaste, para lo que se utilizó granito rosado y los descansillos fueron cubiertos con asfalto. A causa de las obras de reconstrucción en la zona baja, ocho escalones fueron cubiertos con arena para poder expandir el área del puerto.
Tiene 142 m de longitud y una altura de 27 m. Cuenta en total con 10 descansillos y 192 escalones de longitud diferente, los de la parte baja miden 21,7 m y los de la alta 13,4 m. Esta forma especial de construcción en perspectiva le da a la escalera unas características interesantes de ilusión óptica. Si se mira desde la parte baja se ven solamente los escalones, no los descansillos, y se percibe claramente que los escalones son más cortos en la parte superior. Al contrario, si se mira desde la parte alta se ven los descansillos, pero no los escalones, y se tiene la sensación que tiene una anchura uniforme en toda su longitud. En 1955 se le cambió el nombre de Escalera Primorsky por el de Escalera Potemkin en honor al 50º aniversario de la sublevación del acorazado Potemkin (Fuente: Wikipedia).
Es esa peculiar perspectiva de la escalinata por la que Eisenstein consigue el efecto dramático de la secuencia. Sin que se sepa cómo o de dónde salen, en un momento determinado se nos cuenta la segunda historia: otra madre con un niño en un carrito es alcanzada por los disparos y el carrito rueda escaleras abajo.
De todas las recreaciones posteriores que se han hecho de esta escena, incluidos dos episodios diferentes de Los Simpson, destaca la de Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, Brian de Palma 1987), en la que se añade un elemento nuevo a la escena: la cámara lenta.
¿Y qué tiene todo esto que ver con Pedro y el Guernika?
Pedro es un muchacho con dislexia amigo nuestro residente en Canarias. Hace poco realizó un trabajo en plástica para el cual se inspiró en el Guernika de Picasso y en una anécdota contada por su tío Javier de cuando este era pequeño en Durango, en plena Guerra Civil Española, y durante los bombardeos alemanes tenía que correr a refugiarse en el búnker llevando en el carrito a su hermana pequeña. En una de esas ocasiones se le escapó el carrito colina abajo y tuvo que correr para alcanzarlo.
El resultado de la obra de Pedro, que nos ha autorizado para reproducirlo aquí, es este hermoso dibujo que, sin saberlo él, rememora una secuencia clásica del cine y el horror de las guerras que tan bien plasmaron tanto Picasso con su Guernika como Eisenstein con su Acorazado Potemkin.
(Pedro Jurado Pestaña, con permiso del autor)
No sabemos si Eisenstein era disléxico, aunque figura en alguna de esas listas de disléxicos famosos que no por repetitivas resultan ser ciertas. Se dice que Picasso también lo era. Es muy posible ya que es reconocida su aversión cuasi patológica a la letra impresa, sin embargo nos dejó genialidades como esta: Leonardo da Vinci se hallaba a medio camino de la verdad cuando escribió que la pintura es una cosa mental. Cézanne se atreve a afirmar que se pinta “con los cojones”. Personalmente, creo que la verdad reside en Leonardo más Cézanne (Pablo Picasso en Françoise Gilot y Lake Carlton, Vivre avec Picasso, 1965; cit. en Paul Désalmand, Picasso por Picasso, 1998, p. 164).
Y como una cosa nos lleva a la otra, para terminar, Tarkovski (al que mencionábamos al principio), aunque reconocía el talento de Eisenstein, no era un ferviente defensor de su montaje de atracciones. Sí lo era, en cambio, de Leonardo da Vinci. El cuadro La Adoración de los Magos en su película Sacrificio y Joven dama junto a un enebro en El espejo son pequeños homenajes a Leonardo pues “para mí (Leonardo) es un ejemplo clarísimo de inmortalidad a través del arte” (Tarkovsky en L’Humanité 27/1/78; cit. por Rafael Llano en Tarkovski: vida y obra).
Gracias, Pedro, por deleitarnos con el dibujo de la historia de tu tío Javier y recrear algo que, en la historia del cine, representa todo un clásico.
Es su segunda película, El Acorazado Potemkin (1925), la que le dio fama mundial, tratándose, probablemente, de la película de cine sobre la que más se ha escrito. En dicha película, Eisenstein llevó a la práctica todo su saber hacer sobre su montaje de atracciones, y, en concreto, una escena de dicha película, está considerada una de las más importantes de la historia del cine, la de la escalinata de Odesa que, junto a la escena de la ducha de Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock, otro gran maestro del montaje, son, probablemente las dos escenas más homenajeadas por otros directores. La escena de la escalinata de Odesa, que no figuraba en el guión original, fue una genial improvisación durante el rodaje.
Con 170 planos en los que el pueblo ruso es brutalmente agredido por las fuerzas zaristas, Eisenstein recrea un tiempo artificial que hace que la secuencia dure casi 6 minutos para unos hechos que en realidad hubieran durado escasamente menos de dos minutos. Según Enrique Martínez-Salanova Sánchez la secuencia de la escalinata de Odesa es una secuencia falsa llena de planos verdaderos, o como escribió el crítico de cine Roger Ebert «no existió la masacre zarista en las escaleras de Odesa... es irónico que [Eisenstein] lo haya hecho tan bien que en la actualidad muchos creen que en realidad ocurrió».
Dos historias dentro de la secuencia de la escalinata conforman esta obra maestra. En las imágenes superiores una madre con su hijo huyen escalinata abajo; el hijo cae abatido por los disparos de la guardia zarista y es pisoteado en la huida. La madre, cogiéndole en brazos, se enfrenta a la guardia.
La escalinata Primorsky que originariamente tenía 200 escalones fue construida con piedra arenisca entre 1837 y 1841 bajo diseño del arquitecto italiano Francesco Boffo. En 1933 se remodeló la escalera debido a la erosión y el desgaste, para lo que se utilizó granito rosado y los descansillos fueron cubiertos con asfalto. A causa de las obras de reconstrucción en la zona baja, ocho escalones fueron cubiertos con arena para poder expandir el área del puerto.
Tiene 142 m de longitud y una altura de 27 m. Cuenta en total con 10 descansillos y 192 escalones de longitud diferente, los de la parte baja miden 21,7 m y los de la alta 13,4 m. Esta forma especial de construcción en perspectiva le da a la escalera unas características interesantes de ilusión óptica. Si se mira desde la parte baja se ven solamente los escalones, no los descansillos, y se percibe claramente que los escalones son más cortos en la parte superior. Al contrario, si se mira desde la parte alta se ven los descansillos, pero no los escalones, y se tiene la sensación que tiene una anchura uniforme en toda su longitud. En 1955 se le cambió el nombre de Escalera Primorsky por el de Escalera Potemkin en honor al 50º aniversario de la sublevación del acorazado Potemkin (Fuente: Wikipedia).
Es esa peculiar perspectiva de la escalinata por la que Eisenstein consigue el efecto dramático de la secuencia. Sin que se sepa cómo o de dónde salen, en un momento determinado se nos cuenta la segunda historia: otra madre con un niño en un carrito es alcanzada por los disparos y el carrito rueda escaleras abajo.
De todas las recreaciones posteriores que se han hecho de esta escena, incluidos dos episodios diferentes de Los Simpson, destaca la de Los intocables de Eliot Ness (The Untouchables, Brian de Palma 1987), en la que se añade un elemento nuevo a la escena: la cámara lenta.
¿Y qué tiene todo esto que ver con Pedro y el Guernika?
Pedro es un muchacho con dislexia amigo nuestro residente en Canarias. Hace poco realizó un trabajo en plástica para el cual se inspiró en el Guernika de Picasso y en una anécdota contada por su tío Javier de cuando este era pequeño en Durango, en plena Guerra Civil Española, y durante los bombardeos alemanes tenía que correr a refugiarse en el búnker llevando en el carrito a su hermana pequeña. En una de esas ocasiones se le escapó el carrito colina abajo y tuvo que correr para alcanzarlo.
El resultado de la obra de Pedro, que nos ha autorizado para reproducirlo aquí, es este hermoso dibujo que, sin saberlo él, rememora una secuencia clásica del cine y el horror de las guerras que tan bien plasmaron tanto Picasso con su Guernika como Eisenstein con su Acorazado Potemkin.
(Pedro Jurado Pestaña, con permiso del autor)
No sabemos si Eisenstein era disléxico, aunque figura en alguna de esas listas de disléxicos famosos que no por repetitivas resultan ser ciertas. Se dice que Picasso también lo era. Es muy posible ya que es reconocida su aversión cuasi patológica a la letra impresa, sin embargo nos dejó genialidades como esta: Leonardo da Vinci se hallaba a medio camino de la verdad cuando escribió que la pintura es una cosa mental. Cézanne se atreve a afirmar que se pinta “con los cojones”. Personalmente, creo que la verdad reside en Leonardo más Cézanne (Pablo Picasso en Françoise Gilot y Lake Carlton, Vivre avec Picasso, 1965; cit. en Paul Désalmand, Picasso por Picasso, 1998, p. 164).
Y como una cosa nos lleva a la otra, para terminar, Tarkovski (al que mencionábamos al principio), aunque reconocía el talento de Eisenstein, no era un ferviente defensor de su montaje de atracciones. Sí lo era, en cambio, de Leonardo da Vinci. El cuadro La Adoración de los Magos en su película Sacrificio y Joven dama junto a un enebro en El espejo son pequeños homenajes a Leonardo pues “para mí (Leonardo) es un ejemplo clarísimo de inmortalidad a través del arte” (Tarkovsky en L’Humanité 27/1/78; cit. por Rafael Llano en Tarkovski: vida y obra).
Gracias, Pedro, por deleitarnos con el dibujo de la historia de tu tío Javier y recrear algo que, en la historia del cine, representa todo un clásico.
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