Redefiniendo la dislexia
La noticia producida ayer sobre la aprobación en el Senado de una moción de dislexia por la que se insta al Gobierno a tomar medidas concretas es, sin lugar a dudas, una buena noticia de la que se han hecho hoy eco las diferentes Asociaciones de Dislexia. No es para menos; los problemas de los ciudadanos/as que viven esta situación se ha visto recompensada por la sensibilidad del Senado de España que propone la realización de un estudio a nivel estatal, con el objetivo de identificar a los alumnos disléxicos escolarizados en centros educativos, analizar su situación y estudiar propuestas de intervención en el ámbito escolar.
Sin embargo, se nos presenta un problema técnico bastante complejo. Cuando hablamos de dislexia, ¿estamos hablando todos de lo mismo? Hemos hecho referencia en varias ocasiones a las más de 20 definiciones de dislexia existentes y a los problemas que ello plantea. Mientras una persona puede ser "etiquetado" de dislexia según la definición A (pongamos por caso), no lo sería con la definición B. Según el ámbito formativo de cada uno de los "expertos" que se propone para un estudio a nivel nacional (psicología, pedagogía, psicolingüística, audición y lenguaje), el concepto de dislexia será muy variable. Habrá quienes defiendan la hipótesis del Déficit Fonológico y quienes opten por la hipótesis del Déficit Sensitivo-Motor. ¿Qué hacer? ¿Redefinir la dislexia? El problema que surge es que, cada vez que se ha intentado redefinir la dislexia, lo único que se ha conseguido es engrosar el cada vez más elevado número de definiciones de dislexia. Hace unas pocas semanas se trataba este tema en Noticias - Dislexia:
"Según este esquema, pueden plantearse las DA en tres niveles distintos, según los diferentes profesionales implicados. El primer nivel, el del comportamiento del niñ@, haría referencia a los problemas detectados, fundamentalmente, en la escuela. Desde el punto de vista de la intervención, se trataría del nivel más importante de cara al diseño de las estrategias más apropiadas en cada caso así como el seguimiento de las mismas.
En un segundo nivel, los problemas son identificados y evaluados con baterías de tests neuropsicológicos apropiados para la detección de las diferentes categorías de DA: dislexia, discalculia, TDAH, etc. A este nivel se pueden diseñar estrategias de intervención que puedan ser evaluadas de acuerdo al método científico.
En el tercer nivel, las bases neurobiológicas de las DA son desentrañadas por medio de estudios científicos de índole genética o de neuro imagen. Lo interesante de este planteamiento es como, utilizando un código de colores se nos hace más representativo el valor individual del diagnóstico (verde) frente a la evidencia científica (rojo) del conocimiento de las DA. Como podemos apreciar en el esquema, el balance entre ambas cuestiones se encuentra más compensado en el segundo nivel, el neuropsicológico".
Así las cosas, deseamos que el Gobierno de España acierte con los "expertos"; pero, más aún, deseamos que lo "expertos" se pongan de acuerdo para redefinir aceptablemente la cotidiana dislexia.
Sin embargo, se nos presenta un problema técnico bastante complejo. Cuando hablamos de dislexia, ¿estamos hablando todos de lo mismo? Hemos hecho referencia en varias ocasiones a las más de 20 definiciones de dislexia existentes y a los problemas que ello plantea. Mientras una persona puede ser "etiquetado" de dislexia según la definición A (pongamos por caso), no lo sería con la definición B. Según el ámbito formativo de cada uno de los "expertos" que se propone para un estudio a nivel nacional (psicología, pedagogía, psicolingüística, audición y lenguaje), el concepto de dislexia será muy variable. Habrá quienes defiendan la hipótesis del Déficit Fonológico y quienes opten por la hipótesis del Déficit Sensitivo-Motor. ¿Qué hacer? ¿Redefinir la dislexia? El problema que surge es que, cada vez que se ha intentado redefinir la dislexia, lo único que se ha conseguido es engrosar el cada vez más elevado número de definiciones de dislexia. Hace unas pocas semanas se trataba este tema en Noticias - Dislexia:
"Según este esquema, pueden plantearse las DA en tres niveles distintos, según los diferentes profesionales implicados. El primer nivel, el del comportamiento del niñ@, haría referencia a los problemas detectados, fundamentalmente, en la escuela. Desde el punto de vista de la intervención, se trataría del nivel más importante de cara al diseño de las estrategias más apropiadas en cada caso así como el seguimiento de las mismas.
En un segundo nivel, los problemas son identificados y evaluados con baterías de tests neuropsicológicos apropiados para la detección de las diferentes categorías de DA: dislexia, discalculia, TDAH, etc. A este nivel se pueden diseñar estrategias de intervención que puedan ser evaluadas de acuerdo al método científico.
En el tercer nivel, las bases neurobiológicas de las DA son desentrañadas por medio de estudios científicos de índole genética o de neuro imagen. Lo interesante de este planteamiento es como, utilizando un código de colores se nos hace más representativo el valor individual del diagnóstico (verde) frente a la evidencia científica (rojo) del conocimiento de las DA. Como podemos apreciar en el esquema, el balance entre ambas cuestiones se encuentra más compensado en el segundo nivel, el neuropsicológico".
Así las cosas, deseamos que el Gobierno de España acierte con los "expertos"; pero, más aún, deseamos que lo "expertos" se pongan de acuerdo para redefinir aceptablemente la cotidiana dislexia.
Etiquetas: Déficit Fonológico, Déficit Sensitivo-Motor, definición de dislexia, discalculia, Dislexia, incidencia, medidas específicas, TDAH