Sobre la dislexia de Leonardo
Hace poco leíamos unas declaraciones en Internet del Profesor Chapman, Presidente de la International Academy for Research in Learning Disabilities en las que manifestaba abiertamente que Einstein y Churchill no eran disléxicos. De hecho, con ninguna de las diferentes definiciones de dislexia existentes, podríamos “diagnosticar“ de dislexia ni a Leonardo da Vinci ni a Hans Christian Andersen, por citar dos ejemplos. Una de las peculiaridades por las que se dice que Leonardo fue disléxico es por su escritura en espejo de la que hemos hablado recientemente. Leonardo da Vinci era zurdo, lo que provocaba que emborronara fácilmente sus escritos si escribía en escritura estándar, es decir de izquierda a derecha.
No obstante, aunque sí el más popular, no es este el argumento principal para esgrimir la presunta dislexia de Leonardo. Se le atribuyen muchos errores ortográficos en sus manuscritos fruto de su peculiar grafía. Pero vayamos por partes.
1. Sobre el TDAH de Leonardo
En una de las Galerías de Famosos con Déficit de Atención, podemos leer en referencia a Leonardo: “todo le llamaba la atención, saltaba continuamente de una cosa a otra, dejando en general todo por la mitad y postergando indefinidamente aquellas tareas que no le interesaban lo suficiente”. La gran curiosidad de Leonardo, sus impresionantes dotes de observación, no creemos que sean motivo suficiente para un planteamiento de TDAH. Respecto a su inconstancia, su primer biógrafo, Vasari (1511-1574), que aunque no le conoció personalmente estuvo más próximo a él en el tiempo que nosotros, nos da una acertada explicación con respecto a su inconstancia mucho más lógica que la presunción de TDAH, en referencia a por qué no terminó el cuadro La Adoración de los Magos: “porque le pareció que la mano era incapaz de conseguir la perfección del arte, al representar las cosas que él imaginaba; porque mentalmente imaginaba aspectos de la obra tan dificultosos, tan sutiles y maravillosos que jamás podrían las manos expresarlos, alcanzar nunca tal excelencia” (en Vite de' più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a' tempi nostri).
La inconstancia de Leonardo es más atribuible a su afán de perfeccionismo que a otra cosa. En respuesta del propio Leonardo a su neobiógrafo contextual Leopoldo Bauluz, el personaje creado por Juan Carlos Cubeiro para su Leonardo da Vinci y su códice para el liderazgo, el Maestro responde : "He ofendido a Dios y a la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido". Y esto lo escribió el propio Leonardo, uno de los más grandes pintores que han existido, hacia el final de sus días. Este interesante libro de Juan Carlos Cubeiro, está planteado como una serie de entrevistas virtuales entre su neobiógrafo y Leonardo da Vinci. Las respuestas del maestro son todas extractos sacados de sus códices. El único pero que hemos encontrado a este libro es que se da por hecho que Leonardo da Vinci era disléxico.
2. Sobre la dislexia de Leonardo
El propio Leonardo se refirió a sí mismo como un Uomo senza lettere, un hombre sin letras. Como no estudió latín hasta su etapa de Milán, sus escritos lo están en la lengua vernácula de la Toscana en la que se crió, sin estudios, debido a su condición de hijo ilegítimo, lo que le privó de un aprendizaje convencional. Leonardo nunca escribió una sola línea con la intención de publicar nada. Es durante su etapa en Milán, con más de 30 años, cuando empieza a escribir sus célebres cuadernos de notas, los mismos en los que algunos se han basado para deducir que Leonardo era disléxico. A este respecto, es más apropiado decir que Leonardo lo que realmente era es caótico. Según García de Zúñiga, traductor de los Aforismos de Leonardo da Vinci, de la compilación de Edmundo Solmi (Leonardo da Vinci, Frammenti letterari o filosofici), “Leonardo no es, ciertamente, lo que suele llamarse un autor fácil. En todo caso, hay que reconocer que no es un autor fácil de traducir. Sin contar las formas y giros dialectales que dan sabor a su prosa, pero oscurecen a veces el sentido, su olímpico desprecio por la gramática y la retórica le hace acumular en una sola página solecismos y bruscos cambios de tema que no podrían traducirse a otra lengua sin afectación intolerable”.
Al respecto, hemos de tener presente que lo que Leonardo redactaba no tenía fin alguno literario, eran cuadernos de notas, con sus errores y correcciones, cuya recopilación y traducción al inglés por Jean Paul Richter en 1888, puede consultarse gracias al Proyecto Gutenberg. En este sentido, habría que recordar o reflexionar sobre lo que es un cuaderno de notas y echar un vistazo a alguno de los nuestros que podamos conservar.
Francesca Romei, en Los Maestros del Arte, Leonardo da Vinci (ediciones Serres 1996), nos ofrece una explicación coherente sobre los cuadernos de notas de Leonardo: "A veces se repite en distintos manuscritos, copia párrafos enteros de libros de otros autores y llena, a veces después de varios años, los espacios en blanco que había dejado en las hojas, no siempre fechadas. La dificultad de ordenar sus escritos con un criterio cronológico es evidente; sin embargo, Melzi (su discípulo) consigue organizar por lo menos parte del material con un criterio lógico y, basándose en un viejo proyecto del maestro, prepara la redacción del Tratado de la pintura, más tarde transcrito en el códice Urbino (…). A la muerte de Melzi, los manuscritos siguen distintos caminos y en parte se pierden. Algunos de ellos nos han llegado fragmentados y mutilados. Nos quedan 3500 páginas, casi siempre escritas por ambas caras con textos y dibujos, reunidas en pequeños cuadernos de apuntes en los que Leonardo anotaba rápidas reflexiones; otros cuadernos más grandes (que había empezado con la intención de dedicarlos a estudios e investigaciones especiales, pero al final acababan llenos de apuntes heterogéneos) y muchas hojas sueltas. Casi todas las páginas están ocupadas por una escritura aparentemente indescifrable, que algunos contemporáneos de Leonardo consideraban un lenguaje secreto, pero en realidad no es más que una escritura trazada de derecha a izquierda por la mano de un zurdo".
¿Por qué tanto interés en utilizar a Leonardo como personaje abanderado de la dislexia? Que Leonardo fue un genio, no cabe la menor duda; que era disléxico es más que dudoso y cuestionable. Pretender asociar dislexia con genialidad es absurdo, son aspectos o cualidades (si podemos calificar la dislexia como una cualidad) independientes. Dicho esto, cada cual puede creer lo que quiera, pero en términos de Juan Carlos Cubeiro: “Y, por supuesto, Leonardo da Vinci no perteneció a ningún priorato de Sión, ni al rosacruz ni a ninguna sociedad secreta similar. Como ha escrito Martin Kemp, el problema del Código (en referencia al Código da Vinci) de Brown no es que se invente la realidad sino el hecho de que al público hoy le cueste entender que la ficción es pura ficción.
(Emblema de Leonardo: un arado inscrito en un óvalo bajo el cual se lee: ningún obstáculo me dobla)
Una última anotación. Hemos hecho referencia a Hans Christian Andersen y su pretendida dislexia. Kihl, Gregersen y Sterum en Dinamarca, estudiaron los manuscritos del escritor danés desde los 20 a los 70 años encontrando un porcentaje de errores insignificantes de 1,7 %, entre 2 y 15 veces más bajo que el de los porcentajes mostrados por sujetos con dislexia. Un análisis estructural de esos errores mostró que se trataron principalmente de errores fonológicos lógicos y admisibles entre los 11 y 70 años en personas sin dislexia, pero no en sujetos disléxicos (Hans Christian Andersen's Spelling and Syntax, in Journal of Learning Disabilities, 2000; 33: 506-519).
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